Hasta lo más alto
JUANRA MADARIAGA - Martes, 19 de Julio de 2011 - Actualizado a las 05:52h
Alex Txikon, en la cima del Gasherbrum I. (Juanra Madariaga)
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EL día 13 de julio hemos pisado la cima del Hidden Peak de 8.080 metros. Los acontecimientos han transcurrido de forma rápida. Al cabo de enviar la última crónica, nos llegó un nuevo parte meteorológico en el que se especificaba una ventana de buen tiempo de tres días, siendo el 13 el día más claro, sin viento y con unas temperaturas buenas. A pesar de haber pasado dos noches a 6.400 metros, la idea de intentar la cima empezó a rondar en la cabeza de todos. ¿Quizás demasiado pronto? Además, el corredor de los japoneses, una pared abstracta de 700 metros que da acceso al tercer campo de altura estaba sin equipar. Iba a ser una empresa difícil, complicada y de un desgaste físico importante. Al final tomamos la decisión de subir todos en grupo (unas quince personas) y trabajar conjuntamente para hacer posible un intento a cima.
El día 11 salimos del campo base Tamayo y yo con la idea de subir paulatinamente y de una forma más descansada campamento a campamento. Las nevadas de los días anteriores nos dieron la gran sorpresa. Éramos dos gorilas en la niebla abriendo huella como bestias. Junto a otro grupo trabajamos durante ocho largas horas hasta que llegamos el campo 1. ¡Vaya paliza! ¡Y nosotros que pensábamos ir descansados!
Al día siguiente abrimos huella todos juntos hasta el campo dos y allí otra sorpresa, nuestra tienda está completamente tapada bajo un metro de nieve. Hora y media paleando hasta que finalmente pudimos introducirnos en ella para comer y beber todo lo posible. Toda la noche nos golpea un viento feroz que sigue depositando mucha nieve. Al amanecer, los fuertes del grupo salen sin peso a poner las primeras cuerdas. Louis, Estephan y Tamayo van poco a poco abriendo la huella y equipando el corredor. Tras un duro trabajo de doce horas llegamos por fin al campo tres, con mucho frío, ventisca y tiempo inestable. A las 19.30 estamos dentro de nuestra tienda fundiendo nieve como locos con la idea de hacer gaupasa, ya que apenas tenemos tiempo para nada; la hidratación es lo más importante ahora.
A las 2.30 de la mañana nos ponemos en marcha. Nos vamos turnando en la tarea de abrir huella en una nieve profunda. Amanece y vemos la enorme pared que nos queda por superar, la cual va adquiriendo poco a poco más y más pendiente. Cada uno sube a su ritmo, poco a poco, soportando el dolor muscular en las piernas y respetando el poco oxigeno que asimilan tus pulmones. En más de una ocasión apetece darse la vuelta, pero el descenso por esta pendiente también resulta duro y peligroso. Tras nueve horas de constante y dura subida llegamos a la espléndida cima del Hidden Peak o Gasherbrum I. El cansancio es patente, pero la felicidad también. El paisaje es indescriptible y casi todas las montañas se quedan por debajo excepto, claro está, el enorme K2 que tenemos en frente. Son momentos únicos.
El descenso por la empinada pendiente se torna también excepcionalmente duro. A las 4.30 llegamos derrotados al campo tres. Tras beber un poco decidimos que lo mejor es descender al campo dos. Allí dormimos como niños. Al día siguiente llegamos al campo base con una fuerte tos, congestión nasal, infección bucal, pus en los labios y demás dolencias que después de una cima tan impresionante no nos afectan lo más mínimo.
Un sueño más que se cumple y hace de nuestra vida un espacio de intensidad.
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