2011/11/28

TAMAYO HANDIA

Desnivel aldizkari elektronikoan irakurri ditut Tamayori egindako galdera-erantzunak. Fin, handi, elgante, betiko lez, gure J.C. Tamayo laguna.
“Cuando has hecho muchas expediciones no es tan importante el dónde, sino el con quién” (Desnivel)

¿Te has sentido en peligro de perder la vida muchas veces? Miedo se tiene muchas veces y por cosas diferentes. Hay miedos distintos. Te puedes colgar de una cuerda y tener miedo de que se rompa al rozar en una arista. Ese es miedo instantáneo. Hay otro miedo que se va acumulando a lo largo del día en situaciones que se van deteriorando. El alpinismo no es un deporte en el que digas “Lo dejo y ya está.” Como quien tira la toalla en un combate de boxeo. Ahí sí que se pasa angustia, más que miedo.

A veces no dependes de ti, la situación te estrangula, como en casos de mal tiempo, tormentas largas y agónicas, como las que se viven en travesías polares, cuando no puedes salir de la tienda nada más que para reflotarla y ves que tus fuerzas y posibilidades se agotan, te das cuenta de que estás de prestado y que si el tiempo sigue apretando te las puedes ver muy mal o acabar allí mismo. Estás todo el rato valorando el termómetro de tus posibilidades. Esas situaciones son las más duras, en las que más miedo se siente.

Hay muchos miedos instantáneos, por una grieta o un alud. Es miedo instantáneo, algo que no estaba en al guión y se sale al paso. Pero en una travesía invernal, como la que hizo Alex, ves que estás en un campamento de altura, pillado, en el que no puedes vivir eternamente, con alimentos y recursos limitados que se pueden ir acabando, ahí ya se te pasan muchas cosas por la cabeza…

¿Cómo se consigue superar la pérdida de un compañero y volver a la montaña?Hay un momento de inflexión en tu vida alpinística cuando te pasa esto por primera vez. Te das cuenta de que este juego tan bonito de tu juventud, de amigos, de que esas cosas no te van a pasar nunca… pues te pasa. Hay gente que deja la montaña, o que baja cuatro peldaños y sigue practicando montaña evitando todo tipo de compromisos. Pero hay otros que sopesan lo que pierden, lo sienten; dices, ¿qué hago yo sin volver a las montañas? Sabes que la montaña no tiene la culpa, que estas cosas pasan, sé que no quiero que me pase y que es durísimo, porque he visto a los que se quedan.

Si decides que vuelves, lo teorizas, lo asumes y cada vez te haces más conservador con el paso de los años, porque has visto más casos, más dramas, más estupideces incluso, pero de alguna manera lo asumes y no te lo vuelves a cuestionar demasiado, a menos que te vuelva a tocar muy de cerca.

En todo caso ¿Se llega a pensar que es el mejor lugar para “quedarse”?Siempre es una especie de fracaso, ya que vas a la montaña a disfrutarla, a vivirla y subir, a bajar y siempre he tenido claro que no merece la pena quedarse. Siempre hay un riesgo, pero se intenta minimizar gracias a la preparación, experiencia, dedicación, conocimiento o una buena logística. Usas todo lo que está en tu mano para minimizar estos riesgos.

¿Cuáles son vuestros proyectos futuros?lo más próximo es el viaje de Alex Txikon al Gasherbrum 1. Cuando vuelva ya hablaremos. Antes preparaba las expediciones con mucho más tiempo pero las dos últimas veces lo he preparado todo en dos semanas. Cuando has hecho muchas expediciones no es tan importante el dónde, sino el con quién. Esperas una coyuntura buena, con amigos; casi te da igual el sitio al que vas.

¿Cómo se sobrevive en esta profesión? ¿Qué hay que hacer?La montaña ha sufrido una evolución paralela a la sociedad y al resto de deportes, no está al margen. Antes sí que éramos más hippies o más ácratas en todos los sentidos, pero nos ha influido todo. Antes, salir a la montaña costaba mucho dinero y que no costase tanto era un logro. Cuando ibas a una expedición subvencionada, de carácter nacional, era un lujo asiático. Con el tiempo aparecen los patrocinadores, la empresa privada y hay gente que empezó a profesionalizarse. Ahora hay gente que es claramente profesional.
A mí lo que me ha marcado ha sido trabajar para “Al filo de lo imposible” durante más de 20 años, que me dio la posibilidad de vivir de esto de alguna manera y hacer viajes que de otra manera hubiesen sido implanteables, ya que cada uno costaba tanto que recolectar el dinero o ahorrarlo me hubiera llevado mucho tiempo. Pero, de esta manera, he hecho dos o tres expediciones por año, increíbles y he visto mucho mundo sin tener que preocuparme de esa labor ingrata de vender tu imagen, buscar patrocinador, postproducción… Nuestro trabajo era ir, subir, grabar y ahí se acababa nuestro compromiso.

"Yo recuerdo el primer teléfono que vi en la montaña fue en el K2 en 1996 con Ramón Portilla. Era un armatoste. Lo mismo que el contestador automático o el móvil, que al principio nos parecían una aberración y ahora estamos enganchados".

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